miércoles, 12 de agosto de 2009

LA CHUECA


Este juego requería de 10 a 20 jugadores, estos precavían mucho antes de una partida de chueca, a fin de que los contrarios no les hicieren alguna brujería o manitreo (manipulación mágica). Los palos para jugar a la chueca eran colocados, algunas veces, sobre la tumba o túmulo de algún gran jugador, para que éste les insuflara sus poderes. La mayoría raspaban uñas de aves de rapiña y se metían un poco de ese polvo en la piel de un brazo. Creían que, como las aves raptoras cogían al vuelo a los pajarillos, ellos quedaban aptos para hacer lo mismo con la bola de juego de chueca. Para la cancha se buscaba una pradera, la que se cerraba con pequeños palos que se enterraban a cortos intervalos en un terreno de cuarenta pies de ancho, por unos trescientos de largo. Los jugadores actuaban desnudos hasta medio cuerpo. El juego era brusco.


La chueca se jugaba con una pequeña pelota de madera que se golpeaba con palos encorvados en sus extremos, tratando de llevarla al campo de los contrarios. Los dos bandos o partidos tenían sus campos en las mitades opuestas de la cancha y tomaban ubicación en ambos lados de ella los jefes de los dos partidos, mientras que los otros jugadores se colocaban en posiciones estratégicas, todos armados de palos. Cuando estaban listos, los del centro golpeaban sus palos en el aire y comenzaban a luchar para sacar la pelota del hoyo en que se había colocado y cada uno trataba de impelerla en dirección al campo contrario. El objeto de los jugadores era de llevarla por la raya que cerraba el campo opuesto o en defensa de la de su partido, de echarla fuera de la cancha, lo que se consideraba un empate y el juego comenzaba de nuevo.


Los jugadores se entendían, en los momentos de la partida, con los ojos, la cabeza y se indicaban el lado del ataque o de la defensa. En la lidia y cuando golpeaban la pelota se estimulaban en voz alta denominándose asimismo: "yo soy pierna de león", "yo soy cuerpo de roble", "yo soy la cabeza de perro". Estos estímulos eran los nombres propios de los jugadores. Cada punto a favor de uno y otro de los equipos era marcado en un palo y, el que primero alcanzaba un número, fijado de antemano, ganaba la partida. Un juez decidía la contienda y a la vez guardaba el depósito, lo que se apostara. Nunca jugaban al crédito. Los “chuequeros” tenían canciones, algunas eran de invitación, otras de provocación para la lucha y otras de celebración del triunfo.


Yo creo que este juego fue muy importante para la cultura Mapuche ya que fue una entretención que los mantuvo de buen ánimo durante su desarrollo, aunque también veo que este deporte no se está practicando en lugares como escuelas y otras partes importantes, actualmente se conservan las comidas típicas, la platería, su vestimenta, su forma de vida y otras cosas, pero se habla de la chueca y no se está practicando, deberían haber grupos de gente que sigan esta tradición tan significativa y se interesen por este deporte.

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